Habitación de Arnhild

Sonrió con ternura.
-Unos los cuales nos adoramos y nos idolatramos distancia.

Hizo un pequeño pucherito.
- Muy bien, nada de desnudarse delante de ti.
Con rostro inocente se acercó, empujandola afuera.
- Me cambio, por favor, señorita, no sea pervertida y no mire, soy un chico muy timido -bromeó haciendose el ofendido.

Se le iluminó los ojos cuando dijo eso.
-Vas a volverte un chico recatado!!
Le dio un beso en la mejilla y salió a su cuarto para cambiarse de ropa

Cerró la puerta al irse.
- No te lo crees ni tu.
Murmuró bajo cambiándose de ropa y poniendose un pantalon azul oscuro de chandal. Se tumbó en la cama, juntando las manos en su nuca.
Cerró los ojos, formándosele la imagen de Mom en la cabeza.
- m*erda.

Se cambió en su habitación, poniéndose unos pantalones largos de pijama a rayas y una camiseta blanca de tirantes a juego.
Se sentó en su tocador poniendose algo de crema hidratante en los brazos.
No sabía si ir a buscarlo o dejarle un poco de intimidad.

Intentando no pensar en esa maldita mujer, salio de su cuarto y fue a la cocina.
Sacó una cerveza de la nevera, apoyando el brazo en ella.
- j*der..
Soltó el aire despacio, poniendo su frente en el brazo.

Su curiosidad la mataba, así que salió de la habitación. Viendo que él no estaba en la suya, se acercó al salón descubriendo que él estaba en la cocina.
Viéndolo con esa pose se preocupó por él.
-¿Erik, te encuentras bien?

Al escucharla se puso muy recto incorporándose y la miro.
- Si es que.. Me he dado con el pico de la mesa con los huevos.
Toma que escusa mas convincente.
Dio un trago de su cerveza.
- ¿ Y tu?. Crei que ibas a dormir.

Se quedó mirándolo.
-Pues para haberte pegado estás bastante... ¿despejado, no te duele?
Fue hacia la nevera y cogió el teta brick de leche.
-Quería saber si estás agusto en esta casa. Sé que no es muy grande, pero por lo menos tienes techo, una cama y comida.

- Eso es porque te has perdido mi escena de acuclillarme y saltar, acuclillarme y saltar.
Le sonrió apoyando el trasero en la encimera.
- Pequeña, estoy muy bien. Es una casa acogedora.

Fue al baño y vino con el trombocil.
-Ten, pontelo en tus partes, quizas te alivien.
No había emitido ningún ruido.
-¿Tú eres de los que sufren en silencio?
Sonrió feliz.
-Me alegra oir eso, quiere decir que no soy tan mala anfitriona.

- ¿ Que?. Oye, si insinuas qe tengo hemorroides te equivocas. Por suerte no tengo de eso.
Soltó un suspiro teatrero.
- Bueno, eres distinta a lo que yo estoy acostumbrado, pero eso no significa que no seas buena.

-¡Sólo digo que aguantas el dolor, cómo dices lo de las hemorroides!
Vale, lo había pensado. Pero eso se lo guardaba ella.
-Creo... que me puedo hacer una idea a lo que estás acostumbrado.

- Anda que no lo has pensado...Pero despues de morir con una espada atravesada lentamente, cualquier dolor es pequeño.
Jugueteó con la chapa de la cerveza y se cortó un poco.
- Ah, j*der, j*der, j*der.

Se acercó corriendo a él.
-Déjame que vea a ver.
No fuera que fuese profunda. Lo cogió y vio que sólo era un arañazo.
Se lo llevó el dedo a la boca para lamerlo.
-Ya esta.

Su p*lla pulsó endureciendose contra sus pantalones y se le quedó una cara de idiota mirando como chupaba su dedo embobado.
Se lamio los labios, secos de pronto.
- Creo que tengo otro corte.

Se le quedó mirando preocupada.
-¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado ahora?
Se acercó un poco para ver si sangraba por algún lado sin ella darse cuenta.

- Mujer, que me va a pasar.
Le cogio la mano poniendosela en la entrepierna.
- Mira como me la has puesto. Mas dura que una p*ta piedra.

Apartó su mano de la entrepierna de él.
Fue a pegarle un bofetón, pero justo cuando su mano iba a chocar su mejilla se paró.
-Tú... no prometas algo que no cumples.
Se dio media vuelta y se fue a su cuarto.

- No tengo culpa de que me pongas cachondo!.
Dandose cabesazos con la nevera se fue hacia su cuarto.
Aun seguia tieso, eso tenia que solucionarlo.
Se tumbo en la cama, metiendo las manos por su pantalon y agarró su verga, acariciandose.

Se tumbó en su cama maldiciédose a ella misma.
Tendría que ser más fuerte y no caer.
Pero era tan difícil.... lo amaba desde pequeña.

Cuando se descargó se quedó en el septimo cielo.
Limpio su mano en el baño y se las secó.
Acostado de nuevo, se quedó dormido con el soldadito en paz.

Amaneció al día siguiente, como siempre, y se levantó.
Fue al cuarto de él y llamó a la puerta.
-Buenos días, grandullón. A levantarse.
Fue a la cocina, le apetecía hacer tortitas.

Se despertó, y no sabia como, estaba en el suelo en vez de en la minicama que le habia dado.
Adolorido se levantó frotandose los riñones.
- Ai... Que dolor.
Fue a la cocina, a donde estaba ella frotandose la cabeza.
- Buenos dias pequeña.

Se dio la vuelta al verlo y le sonrió con amabilidad.
-Buenos días, príncipe Erik, ¿soñaste con Ariel?
Le puso un plato de tortitas delante.